Conciliar el sueño supone pasar de un estado de actividad física y mental relativamente alto o otro en el que cuerpo y mente están muy relajados. La tensión de los músculos, el pulso y la tensión se reducen y los patrones de las ondas cerebrales cambian (los especialistas saben en qué fase del sueño está una persona precisamente por la forma y la frecuencia de las ondas cerebrales), de manera que perdemos la conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno.
El paso de la vigilia al sueño se debe en último término a la segregación de una hormona llamada melatonina, que se produce en el cerebro cuando hay oscuridad. Pero también hacen falta otras condiciones para coger el sueño rápidamente como no tener dolor, no estar excitado, nervioso o inquieto. Por esta razón, entre las recomendaciones de higiene del sueño se encuentran prepararse antes de irse a dormir, evitando la luz azulada de las pantallas del móvil o de la tablet, evitar el ejercicio físico intenso en las horas previas o tener un ambiente adecuado en el dormitorio, entre otras. Qué es “adecuado” es una cuestión más difícil de aclarar, a la luz de la investigación científica.
Nadie nos podrá reprochar que digamos que un dormitorio en el que nos sintamos a gusto y relajados nos ayudará conciliar el sueño. Se sabe que eliminar o reducir los sonidos o la luz, las corrientes de aire, el exceso de calor o de frío son medidas que ayudan a dormir mejor. Lo que no está tan claro es cómo afectan los aspectos estéticos o los que afectan a otros sentidos (como el olfato) a la facilidad para quedarse dormido. Aunque alguna cosa sí que hemos aprendido recientemente sobre el efecto que tienen los olores sobre la calidad del sueño y la ansiedad.
Según un estudio realizado por investigadores de dos facultades de enfermería, la utilización de aromas de lavanda en un lugar tan poco favorable para dormir como es una unidad de cuidados intensivos de un hospital ayuda a mejorar la calidad del sueño y a reducir los niveles de ansiedad en pacientes cardiológicos.
El estudio se realizó sobre una muestra de 60 pacientes, dividida en dos grupos: Un grupo inhaló esencia de lavanda durante 15 días y el otro grupo no inhaló nada. A los participantes de los dos grupos se les midió la calidad del sueño antes y después de la intervención mediante un test muy usado en el cribado de problemas de sueño (Cuestionario de Pittsburgh) así como el nivel de ansiedad mediante otro test también muy difundido en la evaluación psicológica (Inventario de Ansiedad de Beck). Comparando los índices de calidad de sueño y de ansiedad de ambos grupos se encontró que había diferencias estadísticamente significativas (es decir, no causadas por el azar) entre los dos grupos. Los que habían inhalado la esencia de lavanda tenían mayor calidad de sueño y menores niveles de ansiedad.
Así que quizá sea buena idea probar a poner en el dormitorio algún ambientador de nuestro gusto (no creemos que tenga que ser precisamente de lavanda, aunque eso es lo que hicieron en el estudio) y ver si mejora así nuestra calidad del sueño.

Campo de lavanda