La apnea del sueño es un síndrome que padece entre el 2 y el 4% de la población adulta en España. El origen de la palabra apnea procede del término griego a-pnoe, cuyo significado es “dormir sin respirar”, sin duda la definición perfecta.
Se trata de un trastorno del sueño por el que la persona deja de respirar durante 10 o más segundos seguidos mientras duerme, por lo que los pulmones dejan de recibir suficiente oxígeno y se altera o interrumpe el sueño para recuperar la respiración. En función del grado de apnea de que se trate se pueden producir pausas de entre 10 y 30 veces por cada hora, y más de 30 veces en los casos más extremos.
El tipo de apnea más común es la apnea obstructiva del sueño, que es en la que se bloquea el paso del aire a causa de la relajación de los tejidos blandos de la boca y la faringe, que obstruyen el paso del aire hacia los pulmones. Existe otro tipo de apnea menos frecuente provocada por la interrupción de la señal nerviosa que manda el cerebro para provocar la respiración automática.
La apnea del sueño se da de forma más común entre el género masculino, sobre todo según va incrementándose la edad, en personas con obesidad y en mujeres que ya han atravesado la menopausia.
¿Por qué se produce la apnea del sueño?
Cuando estamos despiertos, prácticamente no nos damos cuenta de que estamos respirando. Damos por hecho que es algo que simplemente ocurre porque sí. Sin embargo, durante la noche, al estar tumbados lo normal es que nuestras vías respiratorias se relajen y estrechen y, por ende, que pase menor cantidad de aire a través de ellas.
En el momento en que el oxígeno deja de llegar a los pulmones, el cerebro manda una señal al cuerpo para que se interrumpa el sueño y la respiración vuelva a la completa normalidad, bien sea mediante un ronquido más fuerte o con un sonido similar al de un tosido o atragantamiento.
La apnea del sueño puede estar ocasionada por diferentes factores, como la forma del paladar, la estructura corporal (cabeza y cuello), padecer obesidad, tener la lengua y las amígdalas o vegetaciones de tamaño superior al normal, tener edad avanzada, consumir alcohol y algunos tipos de medicamentos sedantes y/o tranquilizantes.
Aunque no todas las personas que roncan presentan apnea del sueño, los ronquidos suelen estar asociados a esta enfermedad. De hecho, cuando una persona ronca durante mucho tiempo -años-, lo normal es que se haya ejercido una importante presión continuada en la vía aérea que facilite la aparición de la apnea del sueño.
Dolores de cabeza, sensación de haber descansado menos de lo normal, irritabilidad, dificultad para la concentración o estado de ánimo cambiante, son algunas de las consecuencias que puede tener la apnea del sueño en las personas que la padecen.
¿Qué hacer cuando tienes apnea del sueño?
La apnea del sueño normalmente se diagnostica a través de un examen médico y de un estudio del sueño, que se puede realizar en un centro médico (polisomnografía) o directamente en casa, con un monitor portátil que registra algunos datos clave para determinar si se padece este trastorno.
Si te han diagnosticado apnea del sueño, deberás hacer una serie de cambios en tu estilo de vida, como evitar el alcohol, dejar de fumar, intentar dormir de lado el máximo tiempo posible y bajar de peso.
Además, si lo estima necesario, tu especialista podrá recomendarte un dispositivo para utilizar en casa que permita mejorar los síntomas de la apnea del sueño y aumentar la calidad de vida e, incluso, cuando se trata de casos más complicados, también se podrá recomendar la realización de una cirugía para abrir las vías respiratorias.
Así mismo, apostar por un sistema de descanso de calidad que permita mejorar la calidad de vida a través del sueño es fundamental para dormir lo suficiente y levantarse completamente descansado al día siguiente. En particular, una almohada adecuada puede ayudar a una mejor respiración, contribuyendo a un descanso más reparador.
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